Número 23, Año 4, agosto - septiembre, 2017
Y bien, estimados lectores, nos encontramos a unas cuantas semanas del quinto informe de gobierno de Enrique Peña Nieto, presidente de ¿México?, bueno, del México de arriba. Es por ello que vemos necesario hacer un breve recuento de lo que realmente ha sucedido en estos años.
Situémonos en el 2012, año de las campañas electorales para la presidencia de México. Peña Nieto subió al poder en medio de un clima de descontento y desaprobación generalizada. El surgimiento del movimiento Yo soy 132 marcó las movilizaciones de repudio a Peña durante la campaña. En diversas ciudades del país como de otros países hubo manifestaciones en su contra. El punto de unidad era el anti peñismo, y razones sobraban para repudiar a dicho candidato. Sólo basta recordarlo como gobernador del Estado de México, cuando orquestó la brutal represión de Atenco, como una de las muestras más representativas de su forma de “gobernar”. El 1ro. de diciembre tomó protesta con manifestaciones en las calles y con vallas que protegían el recinto donde se llevaba a cabo el acto. La policía reprimió a los manifestantes y resultado de ello, un compañero fue herido con un cartucho de gas en la cabeza, Kuy Kendall, quien meses después falleció. Así fue como Peña Nieto inauguró su gobierno, con represión y con amplio descontento de la población.
Al día siguiente de la toma de protesta, el ahora Presidente hacía un acuerdo político con todos los dirigentes de los partidos políticos. Se firmó el llamado “Pacto por México” que, de algún modo, fue el cierre de filas entre los de arriba. Y sí, la llamada izquierda institucional, del PRD y secuaces, se daba la mano con la derecha, “limando asperezas”, todo por el bien y el progreso del país, ¡que sacrificio! Fue un cierre de filas que significó en lo subsecuente la aprobación acelerada de una serie de reformas que habían estado paradas durante varios años. Peña significaba el nuevo PRI y había vendido la idea de que para poder “mover a México” eran necesarias las reformas estructurales. Las vendió como la gran solución a todos los problemas del país, de ahí en adelante vendría la paz, prosperidad y crecimiento económico para los mexicanos. Así, en el mismo 2012, para antes de navidad, ya había sido aprobada la primera reforma: la educativa.
El año 2013 se inauguraba con una reforma educativa aprobada tras bambalinas, de forma express, sin consentimiento alguno de la población en general, ni de los afectados más cercanos: los maestros. Como se ha abordado en números anteriores de éste periódico El Torito, la reforma educativa, de educativa no tiene nada, es más una reforma laboral. Por ello, los maestros organizados en la CNTE se movilizaron en varios estados de la república en oposición a la reforma, a lo cual, el gobierno respondió con represión como es su costumbre. En el transcurso de ese año se aprobaron un total de cinco reformas: reforma de telecomunicaciones, reforma a la ley de deudas estatales, reforma fiscal, reforma financiera y la reforma energética. Todas estas reformas fueron aplaudidas por los poderosos del país, por los de arriba; finalmente a quienes servirían sería a ellos. Tan sólo perfeccionaron las leyes para repartirse mejor el botín. Y el mejor ejemplo de ello es la reforma energética, que pasó sin oposición alguna de los que aún se hacen llamar opositores ahí arriba. Aplausos, festines y gran popularidad de Peña se presumían en los medios de comunicación, “¡Peña sí está moviendo a México!” cacareaban. Pero en el México de abajo, la realidad era otra: la violencia en el país no disminuía, la guerra contra el pueblo seguía a todo lo que daba. En febrero de ese año estallaron los movimientos de autodefensas en Michoacán ante una situación de hartazgo de la población ante la violencia del narcotráfico en ese estado. En éste contexto fue que se re articuló la policía comunitaria de Santa María Ostula, después de años de terror y repliegue,y que sigue en pie.
2014 fue el parteaguas del circo de Peña. La desaparición de los 43 y el asesinato de 3 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa en Guerrero sin duda marcó ese año y podríamos decir que lo que ha seguido del sexenio. Comenzó una oleada de movilizaciones por los 43 desaparecidos. Se hizo patente la ineptitud total del gobierno. Intentaron hacer creer a la población la versión de que los compañeros habían sido quemados en el basurero de Cocula, versión que poco a poco se fue cayendo a pedazos, y que hoy nadie cree. Apenas ocurrido lo de Ayotzinapa, Peña huyó del país, en una gira a China. El viaje lo realizaba en medio de un clima de indignación, rabia y descontento total de la población por los hechos recientes. Y si usted recuerda, fue en este periodo en el que salió a la luz la mentada “casa blanca” de EPN, valuada en 86 millones de pesos; y luego la casa de Videgaray, entonces secretario de hacienda, en Malinalco, Estado de México. Ambas propiedades millonarias estaban relacionadas con el contratista Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño de grupo Higa, quien ha incrementado su fortuna en aproximadamente 800 millones de dólares con el gobierno de Peña. Se destapó así la cloaca de las relaciones entre los ricos del país, así como su opulencia, a costa de todos los de abajo. Además de todo, durante ese año fueron asesinados 6 periodistas en el país.
En 2015 los maestros volvieron a las calles con numerosas movilizaciones, el dólar pasó a estar a más de 17 pesos, agarraron al Chapo y se les fugó, y la violencia en contra de los periodistas a lo largo del país se incrementó. Fueron 8 los periodistas asesinados en este periodo, uno de ellos Rubén Espinosa, quien salió huyendo de Veracruz tras el clima de terror instaurado por el entonces gobernador Javier Duarte, uno de los gobernadores representantes del “nuevo PRI” de Peña. A Rubén lo asesinaron en un departamento en la Ciudad de México, junto con 4 mujeres, entre ellas Nadia Vera. Se siguieron suscitando diversos enfrentamientos a lo largo y ancho del país en los que estaban implicados la Policía Federal así como el Ejército. Tal es el caso del operativo en el que participó el ejercito, entre otras fuerzas armadas, en el cual apresaron a Cemeí Verdía, jefe de la Policía Comunitaria de Santa María Ostula y asesinaron al niño Hidelberto Reyes García.
Para 2016, la aprobación del gobierno de Peña estaba en picada total. El 73% de la población desaprobaba su administración. Por otra parte, se vió que se trataba del presidente que más ha gastado en publicidad. Los maestros siguieron movilizándose, y el 9 de junio durante una jornada de movilizaciones y cierres carreteros realizados por la CNTE, en Nochixtlán, Oaxaca, el gobierno reprimió de manera brutal a los maestros y al pueblo dejando 6 muertos. Las cifras de asesinatos en el país era ya alarmante. ¡Hasta julio de ese año la información oficial arrojaba 78 mil 100 asesinatos violentos! Y por si fuera poco, las condiciones económicas del país tampoco eran nada favorables. Basta recordar que para finales de año se liberaron los precios de la gasolina, lo que generó numerosas protestas y cierres carreteros. Y como cereza del pastel hay que mencionar que ninguna de las reformas ha dado el resultado que tanto cacarearon los de arriba.
Finalmente llegamos a 2017. Para éste año, México se ha convertido en el segundo país más violento del mundo, después de Siria. El año se inició con la mayor cifra de ejecutados en lo que va de su gobierno, durante enero de 2017 hubo 3 mil 7 muertos. El estimado de asesinatos en estos cinco años es de 90 mil 694 homicidios dolosos. Esas son las cifras de la guerra instaurada en México. Inmersos en la enorme lista, están un total de 35 periodistas asesinados. Tan sólo en lo que va del año se han sumado a la lista 7 periodistas, entre los cuales están Miroslava Breach y Javier Valdéz.
Los cinco años que van del sexenio de Peña han estado marcados por un aumento en la violencia, reflejado en el número de asesinatos y de desaparecidos. Por el cinismo y la opulencia de los de arriba, por la impunidad, a la fecha, hay 22 gobernadores del PRI que han sido acusados por desvíos de recursos públicos. Suman alrededor de 258 mil millones de pesos los que se han robado. Entre los que fueron presumidos por el mismo EPN en 2012 como parte del “nuevo PRI” están: Javier Duarte, que desfalcó a Veracruz, Roberto Borge, quien hizo lo propio con Quintana Roo y César Duarte, exgobernador de Chihuahua. Pero no sólo gobernadores del PRI, de los demás partidos también le entraron a la robadera, entre los cuales están Guillermo Padrés, exgobernador de Sonora y Luis Armando Reynoso Femat en Aguascalientes. El aumento de la deuda pública durante el sexenio actual es abrumador. A inicios de éste la deuda pública era del 34.3% del PIB, y para finales del 2016 estaba en más del 50% del PIB, según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Al final, todo esto lo paga el pueblo trabajador: sus deudas públicas y sus robos del erario. El sexenio también ha estado marcado por la represión contra los de abajo. Las movilizaciones han sido fuertemente reprimidas. El hostigamiento hacia los pueblos organizados en contra de megaproyectos, en particular los pertenecientes al Congreso Nacional Indígena, ha sido el pan de cada día en estos cinco años. Además, ha habido un importante aumento de los precios en general y una disminución en el poder adquisitivo.
Y ustedes, lectores, deben de estar viendo un panorama desolador, y sí, lo es. Pero no hemos hecho este pequeño recuento sólo para ver la desgracia que nos aqueja y deprimirnos en nuestras casas. Es para tener bien claro ahora que venga el quinto informe de Peña, que éste será un informe a modo, como siempre, donde tan sólo dirán las mentiras complacientes que cada año se dicen en sus informes.
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