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¿Qué ganamos con la huelga del SITUAM?

Número 33, Año 6, junio, 2019


¿Ganamos? Me suena a manada, dirá usted. Y nosotros decimos que, aunque usted no lo crea, en efecto, todos ganamos con la huelga del SITUAM. Aquí algunas razones por las que hacemos esta afirmación. De inicio, esta huelga sirvió para evidenciar uno de los problemas estructurales más profundos de la educación pública superior en México: la precarización del trabajo universitario. Los motivos profundos del estallido de esta huelga no fueron otros que dar respuesta y poner un freno al deterioro salarial que el sector ha padecido de forma paulatina durante las últimas décadas, así como al empeoramiento progresivo de las condiciones en las que laboran los trabajadores universitarios, tanto administrativos como académicos. Debemos recordar que la del SITUAM fue tan sólo la primera de una serie de huelgas que estallaron después en otras instituciones de educación superior, a saber, Universidad Autónoma de Chapingo (académicos y administrativos), Colegio de Potsgraduados, Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (Coahuila), Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, las cuales tenían la misma exigencia de un aumento salarial por encima del 3.35% y en algunos casos, también el fin de las violaciones a sus contratos colectivos, lo cual refleja que se trata de un problema generalizado. Sin embargo, el desenlace de todas estas, evidenció que la consigna de la 4T de “ni un aumento por debajo de la inflación” resultó ser una frase vacía toda vez que, para el sector universitario se mantiene una clara política de contención salarial a través de los topes salariales, lo cual indica que los sindicatos universitarios no son un sector estratégico para la 4T en su política sindical paternalista. Ahora bien, el SITUAM evidenció que esta política de precarización es acompañada de una ofensiva contra la educación superior, pública y gratuita que se expresa a través de la gestión empresarial de las universidades públicas, desvalorizando el trabajo administrativo y aplicando criterios productivistas al trabajo académico y científico. Esto ha dado como resultado la subordinación de la investigación y la enseñanza a los intereses del gran capital y no de la sociedad, así como la formación de una masa de fuerza de trabajo altamente calificada, pero educada en los valores y principios del “emprendedurismo” y la “meritocracia” y, por lo tanto, ajena a los grandes problemas sociales. Siendo este el contexto en que estalla la huelga del SITUAM, hemos de reconocer que no se trató sólo de un empecinamiento por el 20% de aumento, sino de dar la lucha por detener estas políticas implementadas por décadas en las instituciones de educación superior. Así, el sindicato hizo bien en señalar que las numerosas y sistemáticas violaciones a su CCT por parte de las autoridades de la UAM no son sólo omisiones o errores, sino que forman parte de una política orientada a deteriorar la relación bilateral con el SITUAM mermando el cumplimiento del contrato para que este perdiera combatividad en la lucha por los derechos de sus trabajadores. Otro gran acierto del sindicato fue haber denunciado ante la opinión pública y ante la comunidad universitaria de la UAM el uso discrecional del presupuesto universitario de parte de los funcionarios y exhibieron sus altos ingresos y cómo esos contrastan notablemente, hasta el día de hoy, con el deterioro salarial y la precarización laboral de los académicos y administrativos de base. Pero los trabajadores fueron más allá de sólo exhibir a la autoridad y le brindaron la solución: la redistribución presupuestal, que pusiera fin a los privilegios de los funcionarios y que estuviera encaminada al cumplimiento real de las labores sustantivas de la universidad. Sobre esta propuesta esgrimieron argumentos a través de los cuales se demostraba, una y otra vez, que el aumento salarial, la dignificación del trabajo administrativo y académico y la recuperación de la materia de trabajo, entre otras cosas, no sólo eran demandas justas, sino que su solución era viable y podía darse en el marco de la propia autonomía universitaria. Tras esta huelga, el SITUAM fortaleció su carácter mixto, fue más que evidente la combatividad con la que participaron trabajadores del sector académico, lo cual permitió poner en tela de juicio a la carrera académica, que se ha convertido en una forma de precarización del trabajo académico muy sutil, pero muy dañina. Los académicos que deciden incorporarse a este sistema perciben ingresos de acuerdo a una relación individualizada de productividad, como si la educación y la investigación fueran una mercancía. Esta situación ha provocado una ola de competencia entre académicos en deterioro de su salud y de la docencia e investigación, en la medida en que obliga a profesores y profesoras a priorizar la acumulación de puntos. Además de llegar a construir la falsa idea que los académicos no son trabajadores y enraizar el individualismo y la meritocracia como una forma de vida. Otra cara de la precarización académica es la situación de los profesores temporales, quienes además de sufrir la inestabilidad laboral deben trabajar horas no pagadas, son incorporados a sus labores ya comenzado el trimestre, a veces hasta 4 semanas después, así, no pueden impartir las materias de forma integral si no es a costa de su propia salud física y emocional. Además, su carácter mixto convierte a este sindicato en uno de los referentes más avanzados para el resto del sindicalismo universitario y en un actor fundamental en la disputa por un proyecto de universidad. Es el SITUAM el que ha puesto sobre la mesa de discusión el rumbo y futuro de la UAM y ha propuesto poner a la educación superior al servicio del pueblo y no al servicio del capital concentrado en manos de una minoría. Lo hizo al momento de cuestionar y entender el uso del presupuesto y su relación con los objetivos y las prioridades de la institución y al exigir el ejercicio responsable en beneficio de la universidad pública, al mismo tiempo que abrió la discusión sobre la forma en que se toman las decisiones en la universidad revelando el autoritarismo de los órganos colegiados que son controlados por los funcionarios y no por la comunidad. Lo hizo también al rechazar la precarización laboral que afecta la investigación y la docencia y exigir las condiciones favorables para el desarrollo de la ciencia y la educación, buscando así la dignificación del trabajo académico y administrativo, por que no puede existir una educación digna y al servicio del pueblo sin condiciones dignas de trabajo. Por otro lado, la huelga planteó algo muy importante que es hablar sobre la autonomía universitaria pues ésta no puede ser el pretexto para los abusos en el manejo del presupuesto, ni en el tema de salarios, ni en las excesivas contrataciones de confianza. Claro que se defiende la autonomía como posibilidad de fortalecer un proyecto universitario independiente al del Estado, con libertad de cátedra y de investigación, sin embargo, está pendiente una definición más clara del proyecto académico universitario acorde a la situación del país. Por último, y quizá sea este el logro más importante de la huelga, durante el proceso de lucha se generaron las condiciones para avanzar en el fortalecimiento del sindicato como la mejor herramienta en manos de los trabajadores académicos y administrativos de base para defender sus derechos, y para luchar por mejorar sus condiciones laborales y de vida. También se generaron las condiciones para la formación de un gran número de compañeros y compañeras sindicalistas al calor del propio movimiento, lo cual garantiza que el SITUAM seguirá siendo por muchos años una organización independiente, clasista y combativa. Tras de esto, la tarea del sindicato es muy grande. El SITUAM debe ser capaz de hacer valer los intereses de los trabajadores, pero al mismo tiempo buscar incidir en el rumbo del mundo del trabajo y las relaciones laborales en nuestro país desde una perspectiva de clase e impulsar la política de alianzas consecuente con ese objetivo, garantizando siempre su independencia. Confiamos en que sus agremiados lo tienen muy presente y que pondrán su empeño en ello. Sin duda, esta huelga permitió reflexionar sobre los problemas de la universidad desde distintas perspectivas y debemos apostar todos, trabajadores del sector universitario y estudiantes y pueblo en general, a dar continuidad a estas reflexiones que permitan transformar a la universidad, todas las voces y puntos de vista son fundamentales para repensar la universidad pública y los proyectos educativos de nuestra nación.

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