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La Revolución cubana: ¡Siempre es 26!

Número 34, Año 6, julio, 2019

El 26 de julio pasado se cumplieron 66 años del asalto al cuartel “Moncada”, la toma del Hospital “Saturnino Lora” y del Palacio de Justicia en Santiago, y del asalto al cuartel “Carlos Manuel de Céspedes” en la provincia de Bayamo, en Cuba. Estas acciones fueron ejecutadas por miembros de lo que después se conocería como el Movimiento 26 de Julio, y fueron el inicio de la Revolución Cubana contra el dictador Fulgencio Batista quien había convertido la hermana isla del caribe en un gran burdel al servicio de los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos, de las mafias legales e ilegales del norteño país. Hoy tiene sentido recordar la Revolución Cubana por el horizonte que representa, las opciones que plantea y las enseñanzas que traza a los pueblos que luchan por su emancipación y por alcanzar una vida digna para las grandes mayorías trabajadoras. Si en México buscamos una verdadera transformación social en beneficio del pueblo, voltear a ver el ejemplo de la Cuba irredenta es fundamental, no para copiar pero si para aprender. Este 2019 se cumplen 60 años del triunfo revolucionario en Cuba y también 60 años de agresiones sistemáticas contra el pueblo y el gobierno cubano por parte de los Estados Unidos y de los capitalistas, burgueses y empresarios de todo el mundo, buscan derrotar al pueblo de la hermana isla y con ello eliminar su ejemplo de lucha, organización y dignidad. ¿En qué consiste este ejemplo? ¿Qué han construido las y los cubanos a lo largo de todo este tiempo? ¿Qué obstáculos han superado? Veamos algunas breves respuestas, apenas indicadores que para nada reflejan lo complejo de la realidad cubana y de sus enseñanzas. La Revolución cubana ha demostrado, primero que nada, que se puede derrotar a un gobierno títere de los EE.UU. y hacerle frente con todo en contra, a escasos kilómetros de distancia, han demostrado que la geografía y los intereses geopolíticos no son definitivos, que la organización y la lucha popular pueden alcanzar la verdadera independencia. Se le puede hablar de tú a tú al imperio siempre que el pueblo esté consciente de su poder, siempre que la participación política sea masiva y la dignidad se construya desde abajo. La Cuba revolucionaria también nos ha mostrado que con todas las carencias económicas fruto del implacable bloqueo económico y financiero que los EE.UU. han tendido sobre la isla, aun así puede ejecutarse una política económica que privilegia el bienestar social y humano. Es decir, que “la economía” no es un monstruo ajeno, que “los mercados” no son terribles criaturas que todo lo pueden y debamos someternos a ellos. Que aun con esa economía global capitalista en contra, han logrado beneficios sociales inalcanzables para las mayorías de los pueblos y países empobrecidos del mundo, México incluido. Cuba mantiene una de las menores tasas de mortalidad infantil en el mundo, sólo 4 de cada mil nacidos vivos, la cobertura de la asistencia primaria en salud es de las mejores del mundo, enfocados en la prevención mantienen a un médico y una enfermera por cada 600 personas; existe también un amplio sistema de centros de investigación y desarrollo científico tecnológico enfocado en la producción de medicamentos y biotecnología para la salud, siendo esta área una de las que más se desarrollaron desde los años noventa y que hoy es uno de los sectores más activos en la economía cubana, brindando cuantiosos recursos fruto de la exportación de servicios médicos. Cuba mantiene una de las coberturas más altas en educación y un sistema educativo gratuito y público que contempla de manera central la enseñanza especializada en artes y ciencias. La cobertura en educación básica es prácticamente del 100% aunque el proceso de universalización de la educación superior ha entrado en declive desde hace 9 años. El presupuesto del Estado para educación y la salud representa cerca del 50% del gasto social total, siendo uno de los mayores del mundo. Sin embargo, la política social y los beneficios de esta no sólo alcanzan los derechos a la salud, la educación, la cultura, el deporte y la seguridad ciudadana, también en términos de educación política los cubanos han logrado construir un sistema democrático de participación popular en el que no hay derroche de recursos públicos, ni partidos políticos que lucren con el voto. En Cuba los representantes populares son designados por el pueblo en asambleas barriales y en las organizaciones populares. Este sistema de participación democrática, el Poder Popular, les ha permitido no sólo hacer frente a las agresiones desde los EEUU, también afrontar mejor los retos de los desastres naturales que cada año arrecian y lo seguirán haciendo en la medida que las consecuencias del cambio climático se ciernen sobre la Isla, a pesar de ser uno de los países con menor huella ecológica del mundo. La Cuba de hoy enfrenta serios problemas, las medidas impulsadas desde los Estados Unidos de Trump arrecian el bloqueo: el relanzamiento de la Ley Helms-Burton, las agresiones diplomáticas, las prohibiciones a los ciudadanos estadounidenses para visitar la Isla, etc. A estas habría que añadir las consecuencias de los cambios políticos en América Latina, en la que personajes como Duque o Bolsonaro afirman que pretenden eliminar el socialismo del continente, en clara alusión a Cuba. A lo anterior, se suman los problemas internos sobretodo en el plano económico. La capacidad ociosa instalada, los problemas para incrementar la producción agrícola, los retos de la sustitución de importaciones y aumentar la productividad, mejorar la eficiencia de la empresa estatal, el fortalecimiento de la propiedad social cooperativa, etc. Sin embargo, las y los cubanos siguen haciendo frente a estos problemas ellos mismos, sin recetas foráneas, sin las políticas neoliberales que suelen aplicarse en otros lados y apostando a la participación popular y desde abajo en la planeación y conducción de la economía nacional, y en la formulación de un nuevo marco legal que concrete la Constitución recién aprobada. Es esta Cuba revolucionaria uno de los espejos de rebeldía popular de donde hay que sacar las lecciones necesarias, no es la única pero si una de las alternativas contra el neoliberalismo, contra el capitalismo.

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