Número 30, Año 6, marzo, 2019
Desde hace algunos años, en el auge de las políticas neoliberales, México se ha vuelto un paraje desolador. La guerra marca las actividades cotidianas, la impunidad es la regla de oro, la violencia del Estado contra la población se ejerce en cada rincón y pululan los grupos criminales que aterrorizan y dominan el territorio. Abajo quedamos enmudecidos, ignorados, olvidados, desaparecidos; apenas hace unos días arrancaron del mundo el grito rebelde del compañero Samir, a quien, como a otros muchos, asesinaron por defender el territorio de su lugar, Morelos. Esto es la repetición macabra de lo que el mal gobierno y el capitalismo nos hace día a día; así nos arrebatan la vida para acallar los gritos rebeldes que alzan la voz contra el atronador avance del capital. Podrán arrebatarnos el aliento, pero mientras sostengamos la lucha, ¡no les quitan la vida!
Aún en semejante cuadro, algunos rostros iluminan un futuro de dignidad y de justicia, se mira que más allá de la barbarie la humanidad puede crear otra sociedad. Hoy existe un rostro muy luminoso dentro de muchos, es el rostro colectivo de Santa María de Ostula. Ellas y ellos, quienes dignamente resisten, están amenazados, están bajo asedio, están en una guerra que les declararon desde 2009, ¿quiénes? sus enemigos: el capitalismo, las empresas mineras, los tres niveles de gobierno y el narcotráfico.
Los nahuas de Santa María de Ostula durante siglos han luchado por defender su tierra, por defender quiénes son, por defender la vida. Así, como pueblo originario que es, ha decidido ejercer su derecho a la libre determinación haciendo uso de su derecho a organizarse para defender sus formas de vida, su cultura y su territorio. Por ello, la comunidad resiste ante la guerra de exterminio neoliberal que cae sobre ellos. Por ello, junto a Ostula caminamos los pueblos en construcción de la autonomía; caminamos, quizá sin saberlo, todos los que deseamos un México sin guerra, sin militarización; caminamos los anticapitalistas; caminamos las mujeres y los hombres que queremos un México de justicia y paz digna.
La defensa del territorio de los hombres y las mujeres de Ostula no empezó aquel 29 de junio de 2009, cuando tomaron las tierras que les habían sido robadas; su lucha había iniciado años antes, en el marco de lo jurídico, en el diálogo y en los tribunales agrarios. Es decir, en espacios en los que jamás fueron escuchados. Fueron ignorados porque a los señores del dinero sólo les importa la ganancia, a los que hoy trabajan para el Estado sólo les importa vender la justicia, a los que ejercen el poder sólo les importa tener más poder.
Como respuesta al desprecio ejercido desde arriba, más de 2000 comuneros, habiendo reconocido que habían agotado las instancias legales y jurídicas, conformaron la policía comunitaria para lograr el reconocimiento de su territorio ancestral; así, decidieron recuperar cerca de mil hectáreas de tierra. Fundaron entonces la tenencia de San Diego Xayakalan, Santa María de Ostula, Municipio de Aquila, Michoacán.
Ante este acto heroíco, la venganza no tuvo contención; entre 2009 y 2014 Ostula sufrió la más grande represión de su historia reciente. En esta lucha por la vida les arrebataron a: Diego Ramírez, Simón Pineda padre e hijo, Quintín Regis, Nemesio Domínguez, Froylán Medina, Demetrio Álvarez, Humberto Santos, Venancio Ramírez, Manuel Flores, Miguel Flores, José Martínez, Horacio Martínez, Ernesto López, Pedro Domínguez, Pedro Guzmán, Isidro Mora, Feliciano Domínguez, Fortino Verdía, Jonathan Verdía, Francisco Verdía, Ambrosio Verdía, Nicolás de la Cruz, Faustino Nemesio, Teódulo Santos, José Trinidad de la Cruz, Crisóforo Sánchez, Valentina Martínez, Feliciano Corona, Pedro Leyva, Reginaldo Rodríguez, Hidilberto Reyes. Y siguen sin aparecer: Francisco de Asís Manuel, Javier Martínez, Gerardo Vera, Enrique Domínguez, Martín Santos, Máximo Valladares. Escribimos sus nombres en este texto para que su vida no se olvide.
En 2014 los asesinatos se detuvieron, pues Ostula logró rearticular su guardia comunal, sobreponerse a la represión y expulsar al crimen de sus tierras, sólo así volvió la seguridad. La guardia comunitaria ha funcionado desde siempre como la forma organizativa en la que la comunidad ha podido hacer frente a la violencia, la forma en que a sangre y fuego se han defendido las familias ante el crimen organizado y la omisión del Estado. Porque ante los oídos sordos hubo que defenderse, porque la defensa de la tierra es al mismo tiempo la defensa de la naturaleza y de los que ahí habitan, porque la vida y la pervivencia de los pueblos no se negocian, se defienden.
La omisión del Estado no sólo es un descuido, es una omisión que ha costado la vida ¿Dónde estuvo el mal gobierno cuando las esposas, hijas y madres denunciaron el asesinato y desaparición de sus familiares? Allí estuvo, acallándolas para dejar en la impunidad los crímenes. ¿Cuándo habrá justicia para el profesor Diego, primer muerto de la guerra que hoy vive Ostula? ¿Quién puede decirle a sus amigos e hijos que lo olviden? Cuando los padres de Valentina lloraron el asesinato de su hija de 10 años, ¿quién escuchó su angustia, su desesperación? ¿qué se hace para que nunca más le arrebaten la vida al inocente? ¿qué se ha hecho para darle justicia a Hidilberto, de 12 años, muerto por una bala que se disparó desde un camión de la marina?
El pueblo Nahua de Ostula mantiene la lucha, eso le da dignidad a las voces que silenciaron y pretenden seguir silenciando con la represión. Hoy los nahuas de Michoacán siguen resistiendo. Hoy siguen los ataques en contra de la comunidad y su guardia comunitaria. Hoy el crimen organizado se sigue articulando y asedia el territorio y el mal gobierno le corta los salarios a los policías honestos que hacen la tarea de defender la seguridad de la sierra-costa. Hoy los medios de comunicación mienten contra los hombres y mujeres que han tomado las voces caídas y que, desde su práctica, nos dicen: la seguridad en la sierra costa la hacen los pueblos.
Señora lectora, señor lector, presten hoy su oído al llamado de solidaridad que hace el pueblo nahua de Ostula, desde su lugar y su modo encuentre la manera de parar tanta injusticia, tanta impunidad, tanto cinismo. Hermane su voz con la de muchos que exigimos ¡Alto a la guerra contra Ostula!
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