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Nosotros, en la lucha por la vida Ellos, los que imponen la muerte

¿Cuáles son los intereses de quienes vivimos de nuestro trabajo?


Número 52, Año 8, mayo 2021


Quienes vivimos de nuestro trabajo en el campo y la ciudad tenemos intereses colectivos muy diferentes a los que arriba mal gobiernan y se enriquecen a nuestras costillas. Ellos, la clase dominante que impone la muerte, nosotros, la clase combatiente que lucha por la vida.


Para nosotros el empleo bien remunerado, estable y con derechos es una necesidad vital, dependemos del fruto de nuestro esfuerzo para salir adelante, por eso luchamos por trabajo digno. Sabemos que debemos encontrar otros modos de trabajo, aspiramos a empleos que no nos embrutezcan o dañen nuestra salud, empleos para todas y todos, ya que ello permitiría trabajar menos, disfrutar más del tiempo libre con los que amamos. Si nosotros trabajamos es nuestro derecho organizar el trabajo de otro modo, de un modo que nos beneficie a nosotros, a los más, lo haremos tarde o temprano.


Para ellos el trabajo puede ser un pasatiempo pero en el fondo es sólo un mal necesario, quisieran no depender de nuestro trabajo pero no les queda de otra, pueden hacer negocios hoy aquí y mañana allá, su dinero se mueve más fácil que nosotros, pero al final siempre deben contratar a alguien que les trabaje y mantener a alguien desempleado, dos caras de la misma moneda, no tienen opción. Se hacen ricos con el fruto de nuestro esfuerzo, viven gracias a él, gracias a él compran nuevas máquinas y hacen nuevas inversiones, toda esa riqueza ha salido de nuestras costillas, son parásitos que entre grandes herencias y ganancias descomunales viven sin trabajar y a eso le llaman éxito o capacidad. Por eso nos piden que nos esforcemos, que nos pongamos la camiseta, que no nos quejemos y agradezcamos que nos dan empleo, que seamos puntuales, que nunca faltemos, que nos callemos, que no gritemos, que no nos organicemos con los que son como nosotros. Les repugna que el trabajo se pare, odian las huelgas y gritan a los cuatro vientos que una huelga es lo peor que puede pasar, saben que sus bolsillos dependen de que todo avance, de que la máquina-capital no pare, por ello sirven a la máquina.


Para nosotros un salario suficiente y digno es una compensación por nuestro esfuerzo, sabemos que bajo el capitalismo es sólo una parte mínima de toda la riqueza que producimos y por ello exigimos que se nos pague suficiente para vivir dignamente. Para ellos el salario es pérdida, hacen de todo con tal de pagar cada vez menos, nos hacen trabajar más tiempo y más intensamente, pretenden que paguemos gastos que a ellos corresponde, saben que así sus bolsillos se llenaran más y saben también que pagando miserias fomentan la división y la competencia entre nosotros.



 





 

Para nosotros la salud es un lujo, a veces no sabemos bien diferenciar si estamos enfermos o no, quizá creemos que estar sanos es no estar enfermos, olvidamos a veces que la salud debe ser integral y servir a la felicidad. No podemos darnos el lujo de enfermar, y si enfermamos debemos engañar a nuestro cuerpo, darle alguna pastilla para seguir adelante y presentarnos al trabajo cuando lo hay, o a buscarlo cuando no lo hay. Para ellos la salud puede significar una vida llena de terapias alternativas en geografías distantes, de estancias en spas de relajación u hospitales con todo lo necesario, pero sobre todo, para ellos la salud es un negocio. La pandemia lo ha puesto en claro, las vacunas, los hospitales, los medicamentos, el oxígeno, todo lo venden con tal de aumentar ganancias. Para ellos la salud es dinero, para nosotros una cuestión de vida o muerte, por ello luchamos por salud para todos.


Para nosotros la educación es un anhelo, a veces de generaciones, de obtener mejores condiciones de vida, una ocasión para que nuestros hijos e hijas vivan mejor que nosotros. Otras tantas veces la educación es una decepción, una promesa no cumplida, cada vez más es una realidad que no hay grados académicos y diplomas universitarias que alcancen. Pero la educación es también para nosotros una oportunidad de aprender, de conocer este mundo y sus problemas, de imaginar soluciones, la educación es para nosotros un arma hacedora de futuro y por ello luchamos por nuestro derecho a la educación, nuestro derecho a tener futuro.


Para ellos la educación es una herramienta de dominación, es la forma en que nos infunden sus valores, también nos enseñan a trabajar según sus modos y necesidades, con la educación logran que pensemos y actuemos como ellos desean, que defendamos lo que a ellos importa aun acosta de nosotros. Y una vez más, para ellos la educación es un lucrativo negocio, venden cursos y clases de todo tipo, desde prescolar hasta educación superior venden calificaciones y diplomas, venden exámenes de selección, y hoy hasta venden estrategias y plataformas para el aprendizaje a distancia. La educación para ellos es un arma para mantener las cosas como están y matar el futuro, nuestro futuro.


Para nosotros la vivienda es, o quisiéramos que fuera, hogar de resguardo para el cariño y el cuidado, la casa donde aprendemos y nos crecemos con los nuestros, donde construimos los primeros pasos para ese nosotros colectivo. Para ellos la vivienda cuando no es mansión de paso enlistada en su herencia, es de nuevo, un negocio. Construyen cientos y miles de casas prefabricadas que inundan las periferias de las grandes ciudades, miles más aparecen como rascacielos, todas tienen dueño y son una mercancía más, y si las queremos para habitar debemos endeudarnos nosotros y los que nos siguen. Para nadie es un misterio que hoy día tener un techo, ya no digamos una vivienda digna, es simplemente un mal chiste. Y ese mal chiste lo venden con nombres bonitos, coliving le llaman a nuestra necesidad de aglomerarnos en pequeños cuartos. Y mientras muchísimos vivimos en pequeños espacios, miles de viviendas están ahí, abandonadas, total, ya sirvieron para lo que fueron hechas, para ser negocio y no habitación.


Para ellos la vivienda no es el lugar del cobijo, antes bien es sólo extensión del centro de trabajo, el dormitorio para reponer fuerzas y continuar al día siguiente. Nosotros queremos que la vivienda sea también una vida digna, sin estrecheces y sótanos, con habitaciones para guardar la memoria y con ventanas para mirar de frente y construir porvenir, por eso luchamos por vivienda.


Para nosotros la tierra en su amplísima extensión, la naturaleza en toda su diversidad es don y fundamento de nuestra existencia. Para quienes vivimos de nuestro trabajo sabemos que la naturaleza nos brinda los recursos y bienes para ello. La naturaleza es fuente de vida y por ello la defendemos. Sufrimos primero y de manera más intensa todo lo que la contaminación y el cambio climático han provocado, las sequias y las tormentas, las nuevas enfermedades, los cambios bruscos de temperatura, todo ello nos pega primero a los de abajo. Para nosotros la naturaleza y el territorio son también la promesa para nuestras comunidades y familias de un planeta donde vivir, sabemos que, como en todo, no somos dueños, sino dignos guardianes y que nuestra guardia pasa por decidir colectiva y racionalmente nuestra relación con el medio ambiente.


Para ellos la naturaleza es fuente de dinero, sacan de aquí y de allá sus riquezas no para vivir, sino para enriquecerse más. Ellos dicen que con sus megaproyectos cuidan, resguardan y promueven el desarrollo, cuando en realidad lo que hacen es despojar, aislar y empobrecer, dicen que son verdes cuando sólo son del color del dinero. Ellos ven a la tierra, a las riquezas del agua, del subsuelo, del aire, como posibles ganancias para sus bolsillos y no les importa si en el camino los negocios son tan rápidos y rapaces que rompen todo, que matan todo. El abismo está a unos pasos y no lo ven, no pueden y no quieren verlo, su mirada, a pesar de narcisismos varios, es de corto alcance, apunta a sus bolsillos aquí y ahora, por eso nosotros, que construimos futuro desde abajo, luchamos contra el cambio climático y contra sus megaproyectos de muerte.


Para nosotros la cultura es hogar abierto al diálogo, casa nuestra que compartimos junto con quienes, siendo diferentes, son también en nuestro dolor y alegría; es pasado y proyecto, es cultivo colectivo de lo que siendo somos y queremos ser. Es el barrio y sus problemas, la comunidad y la familia con recuerdos y sinsabores, es lo que somos con sus contradicciones y potencialidades. En muchos sentidos es una interrogante de lo que queremos construir, muchas preguntas y algunas respuestas provisionales, eso es cultura para quienes abajo vivimos.


Para ellos, allá arriba, la cultura es folclor que busca en el pasado riquezas para su avaricia y dignidad para su indignidad. Ven en las culturas que somos mercancías para la venta, turismo que denigra o espectáculos que dejan sin contenido nuestras formas, por ello cuando dicen promover la cultura lo que olvidan decir es que se trata de la cultura de la desmemoria, de la cultura de la competencia individualista por el lucro, desmemoria y lucro que vacían lo colectivo y al hacerlo nos dejan sin proyecto, o eso quisieran.


Para nosotros la cultura que defendemos busca el diálogo y el aprendizaje con los otros modos de ser y sentir, para ellos la cultura es monólogo sordo de quien se cree superior y avanza despojando y explotando. Muy comúnmente, la cultura se enriquece abajo tanto como arriba se enmudece y petrifica.



 


 

Para nosotros la democracia es reto colectivo, exige oído atento y mirada laboriosa, reclama del diálogo y el debate entre iguales-diferentes, provoca al pensamiento crítico y creativo, para ellos democracia es repetición hueca de ritos huecos, se regodea en el pensamiento perezoso, es fanatismo y es negocio, compra y venta de votos y conciencias, corrupción de la voluntad. Ellos dicen que su democracia y su política es la única real, pero abajo sabemos que otros modos de hacer política nacen de nuestros esfuerzos. Para ellos la democracia es dejar en sus manos las decisiones que nos afectan, para nosotros es saber que juntos somos más fuertes y que sólo los de abajo sabremos resolver nuestros problemas. Para ellos la democracia son formas, instituciones y leyes, para nosotros la democracia es lucha contra la dictadura de los dueños del dinero.


Para nosotros la paz es otra forma de nombrar a la justicia y a la dignidad, para ellos es el silencio de quienes no se quejan y obedecen. Ellos llaman paz a la máscara que oculta su guerra, es mentira que promueve el olvido y el perdón sin justicia. Para nosotros la paz es meta y sobre todo camino, bien sabemos que la paz que necesitamos los de abajo se funda en el trabajo colectivo, es paz con memoria y por lo tanto con justicia, es paz y no la cobardía de quien pone la otra mejilla esperando que desde arriba llegue gratis el respeto, es paz que se construye desde la digna rabia.


Para nosotros la libertad nace de lo que somos en común, es responsabilidad colectiva llena de problemas y desacuerdos, pero fundada en la voluntad de quienes siendo diferentes somos iguales en la explotación y la lucha, nuestra libertad no viene del cielo, es una libertad concreta que nace del conocimiento y construye futuro partiendo de lo que sin ser ahora, puede ser mañana.


Para ellos la libertad es sólo un requisito del comercio, es la libertad del dinero para ir y venir, para hacer y deshacer según sus intereses, para explotarnos y despedirnos, es la libertad de poseerlo todo despojándonos a todos. Según ellos la libertad absoluta les pertenece, hoy día incluso se arrojan la libertad de decidir sobre la vida, es la libertad de la muerte que decide quien vive y quien no. Bancos y grandes corporaciones tienen la libertad para vivir, migrantes, pobres y los muchos de abajo somos prescindibles. Para nosotros la libertad es el grito colectivo: ¡para todos, todo!


Para ellos la vida sólo puede ser vivida como es, con explotación, despojo, desprecio y represión. No ven más allá de un capitalismo con máscara alegre, que no sea corrupto y cumpla la ley. Carecen de imaginación y el futuro que imponen, aunque renieguen de ello, es la muerte que ya asoma. Para nosotros la vida puede y debe ser distinta, una vida que desde los sótanos del mundo se construye digna y colectiva, una vida que, más allá del capital y del dinero, busca la vida.

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