Número 28, Año 5, octubre - noviembre, 2018
Con el inicio de la campaña de López Obrador surgieron muchos acuerdos y desacuerdos entre diferentes sectores de la burguesía en México respecto a las propuestas impulsadas por el entonces candidato, sin embargo, un tema que generó una polarización particular fue el posicionamiento respecto a la reforma educativa impulsada por el gobierno de Peña Nieto.
Desde sus inicios, Obrador se posicionó contra la reforma educativa frente al magisterio y los sectores populares que desde hace décadas se han manifestado en contra de la privatización de la educación, sin embargo, el posicionamiento del tema frente a los empresarios por el ahora presidente electo fue particularmente especial. Es bien sabido el interés que han tenido los grandes empresarios y organizaciones de la burguesía por el tema de la educación en las últimas décadas y particularmente a partir de los procesos de privatización neoliberal y ajustes ante cada crisis del capitalismo. Dicho interés de clase ha tomado varias formas, desde la defensa de la parte más conservadora y religiosa sobre la educación y la ciencia, hasta el ala más liberal que plantea los cambios hacia el futuro de la producción capitalista.
Sin embargo, en últimas fechas ha habido un cambio sustancial en como los empresarios han influido en la visión de la educación en México, no solo como un espacio de formación de mano de obra barata, estrategia que se utilizó durante todo el siglo XX, sino como formador de todo un concepto de ciudadano acorde a las nuevas necesidades del mercado, a la tecnocracia, la visión gerencial, la calidad y la competitividad, entre otras. Esta nueva visión no solo parte del desarrollo de habilidades y competencias específicas para la nueva producción y la llamada 4ta revolución industrial como previamente se habían desarrollado, sino como una educación que se amolde a la lógica del capitalismo en todas sus esferas y con base en nuevos paradigmas estructurales.
Durante muchos años, los diferentes sectores de la burguesía han participado de diferentes formas y estrategias para influir en cómo se conceptualiza la situación de la educación en México. A través de foros, iniciativas, alianzas, libros, ponencias e incluso documentales y políticas con un claro posicionamiento de clase, los organismos empresariales no han dado marcha atrás en sus estrategias para controlar no solo la visión de una educación capitalista, sino incluso en como incidir directamente en las políticas públicas para su implementación.
Es así como los organismos como: CONCAMIN, COPARMEX, CANACINTRA, Consejo Coordinador Empresarial, Consejo de Empresas Globales, entre otras han generado asociaciones supuestamente de la sociedad civil como: Mexicanos primero, Caminos de libertad, Suma por la educación, Empresarios por la educación básica, Fundación idea y muchas otras que buscan incidir en la política pública bajo la lógica empresarial de la calidad educativa. Un ejemplo de ello es como las diferentes cámaras empresariales han mostrado su apoyo a iniciativas como “Jóvenes construyendo el futuro”, una iniciativa del gobierno Obradorista que impulsará la creación de empleos y formación técnica y que tendrá 70% de participación de las empresas y un costo presupuestal estimado en 110,000 millones de pesos en un año
Otro gran ejemplo es el supuesto revés (sic) a la reforma educativa. Uno a uno los diferentes sectores de la clase dominante han respaldado la decisión de Obrador de “reformular” la reforma en términos de aquellos temas más polémicos y que no han permitido una plena inserción de la agenda capitalista en la educación en México. Tal es así que han concedido ciertas demandas que el movimiento popular ha exigido en los últimos años, sin que estas afecten sustancialmente a lo ya avanzado desde el 2008 y con la Alianza por la Calidad de la Educación.
Es por ello por lo que pueden darse el lujo de eliminar la evaluación docente pero no eliminar la idea del servicio profesional docente ni todas aquellas iniciativas que permiten la plena incursión de los sectores privados a la educación pública, como es el caso de la llamada autonomía curricular, que, entre otras cosas, permite a la iniciativa privada ofrecer sus servicios a cualquier institución educativa pública del país sin ningún filtro o regulación educativa y/o pedagógica.
Mucho se ha hablado en últimas fechas del futuro de la reforma educativa, sobre la evaluación docente y las afectaciones directas al magisterio, sin embargo, el canto de las sirenas no debe distraernos de lo esencial en este avance de la burguesía por conquistar uno de los mercados más deseados por el capitalismo en últimas décadas: la privatización de la educación.
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