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Y el agua sigue corriendo y a su vez faltando en la ciudad… una lógica del capital en la ciudad

Número 18, Año 2, agosto-septiembre, 2016



En el número anterior del Torito presentamos un artículo describiendo la problemática que dio origen a las protestas masivas y a un plantón que hasta el día de hoy mantiene en pie de lucha la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán en Avenida Aztecas 215, esta vez nos interesa brindar algunos elementos para percibir que no se trata de una problemática aislada sino de un hecho que conectado con muchos otros que ocurren en la ciudad de México dan cuenta de una política de crecimiento urbano subordinando al capital.


Como hemos mencionado, una excavación, sin la manifestación de obra, realizada por empresas que construyen un complejo habitacional en el predio de aztecas 215 fracturó un venero subterráneo provocando la derrama hacia el desagüe de millones de litros de agua limpia, hecho indignante para el Pueblo de los Reyes, porque como en otras colonias populares el acceso al agua potable es limitado y porque las fuentes de agua para esta colonia se abastecen a través de estos veneros subterráneos que son dañados por este tipo de obras.

Según los cálculos de las empresas implicadas Sazmacj, Promociones Quiero vivienda mexicana y Quiero Casa este predio albergaría a 377 departamentos y 683 cajones de estacionamiento distribuidos en 3 sótanos, según la publicidad, este complejo de lujo, estarían destinados a “mejorar la calidad de vida de la zona” y sólo tendrán acceso limitado a aquellos que pueden pagarlos, que por supuesto son pocos y no pertenecen a las colonias populares.

Como era de esperarse, fueron los vecinos organizados los que denunciaron lo que sucedía en el predio, teniendo nula respuesta por parte de las autoridades, hasta que, con la presión de las manifestaciones lograron parar la obra y a más de 100 días de plantón y aún con diversas amenazas y provocaciones continúan firmes con sus demandas: la suspensión definitiva de la obra y la expropiación del predio para la recuperación del manantial. Para usted, estimado lector, como para nosotros y los vecinos podría resultar obvia la solución ¿A qué obedece que la problemática a más de 100 días de plantón subsista? ¿Por qué el gobierno de la ciudad de México no resuelve un problema ambiental de esa magnitud? Parece entonces que para las autoridades de la Ciudad de México se juega el tipo de proyecto de ciudad y para las empresas privadas jugosas ganancias.

Y entonces el problema que parecía sólo ambiental se hace evidentemente económico ¿Pues quién va a pagar por la magnitud de una obra para recuperar el manantial? ¿Quién va a recuperar a las empresas inversoras el capital que ganarían al vender 377 departamentos vendidos a mas de 1 millón de pesos?

Esto que podría resultar un acontecimiento casual como muchos otros que se han dado en la ciudad, donde problemáticas provocadas por empresas particulares afectan a colonias enteras y provocan desastres naturales, como esta ruptura de un venero subterránero en la construcción de un complejo habitacional o la tala inmoderada de árboles en plena contingencia ambiental para la construcción de un túnel subterráneo en Río Mixcoac, o la ruptura de uno de los mantos freáticos más importantes de la ciudad con la construcción de la Súper vía poniente, así como otros casos donde ya no se trata sólo de un problema ambiental de una forma en la que el capital avanza en la ciudad sin importar los daños que genere. Es este caso particularmente no hay costo ambiental que valga las ganancias del capital en manos de una de las empresas que ha capitalizado la construcción de viviendas en los últimos años en la ciudad de México. Las inmobiliarias como Quiero Casa se han convertido en una fuente importante de circulación del capital mediante la ocupación del codiciado territorio dentro de la ciudad de México. Y por supuesto no quitarán el dedo del renglón para poder ejecutar la obra que los vecinos han logrado mantener a raya a través del plantón.

Las autoridades actúan omisas ante las problemáticas evidentes que causan los desarrollos urbanos de esa magnitud, no hay estudios de impacto ambiental o hay un nivel de corrupción tal que permite que se lleven a cabo, aún con las consecuencias que esto pueda tener, en una lógica que opera a partir del “es mejor pedir perdón que pedir permiso” se apuesta más a que las empresas particulares paguen sus multas correspondientes o bien sus “mordidas” para que sus trámites se agilicen.


Este tipo de proyectos de viviendas de lujo, así como los megaproyectos dentro de la ciudad agudizan una lógica de segregación y estratificación al interior de la ciudad. Este tipo de proyectos vendidos como “mejor nivel de vida” en colonias populares modifican las formas de apropiación del territorio de personas que han vivido históricamente en esas colonias y que como en el Pueblo de los Reyes, Coyoacán, mantienen una amplia cohesión social debido a las prácticas comunitarias que se llevan a cabo. Particularmente estos desarrollos habitacionales establecen una barrera física y social: donde había comunidad ahora hay una agudo individualismo.

Se agudiza la lógica de privatización en la ciudad. Dado que se capitalizan las inversiones públicas como vías de comunicación y medios de transporte público, la vida se encarece pues se venden como servicios que mejoran el “nivel de vida” de la zona y de los nuevos proyectos de vivienda, y a “mejor nivel de vida” entonces mayor será la renta del suelo y mayor será el pago por los servicios, es decir se paga doblemente por ellos, la primera vez con los impuestos cuando son construidos y la segunda vez cuando adquirimos un inmueble sólo por estar cerca de ellos.

Estos complejos habitacionales nunca se desarrollan solos pues implican fuertes inversiones no sólo para el capital privado sino para el gobierno de la ciudad para adaptar y abastecer de servicios a los nuevos desarrollos, y se trata de capitalizar las inversiones. Estos proyectos se conectan con otros cercanos como el caso de la Ciudad de la Salud que se ubica relativamente cercana al desarrollo habitacional y que a mediano plazo implicarán una lógica de expulsión de los habitantes de la zona que ya no será costeable.

Se capitaliza al máximo los resquicios de la ciudad donde puede haber construcción de obras nuevas, que implica necesariamente el cambio de uso de suelo, por ejemplo donde antes se permitía construir hasta 3 niveles, ahora se permiten 6. Así como pasa en los pueblos, los mecanismos de control y ordenamiento del territorio se convierten en pilares fundamentales para justificar el despojo dentro de la ciudad. Se trata de un modelo donde las mismas leyes fundamentan las formas en que las empresas privadas obtienen la mayor cantidad de beneficios, a costa de la segregación, de los daños ambientales o del indiscriminado uso de recursos naturales.

Ante esto, el único mecanismo de defensa del territorio en la ciudad es la organización popular. En este caso ha sido la organización del pueblo la que ha frenado la obra y el desastre ambiental implícito en ella, ha sido a través de la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán donde los vecinos han manifestado su NO rotundo ante esta propuesta de ciudad que se quiere imponer, han sido ellos los que han hecho evidente que al capital no le interesan los recursos naturales que daña a su paso y los que hasta el día de hoy le exigen al gobierno parar de manera definitiva la obra y convertirla en una que traiga beneficio para el pueblo, una obra que recupere el agua y pueda ayudar al abastecimiento de este recurso que es abundante y a su vez escaso en otras colonias cercanas. Sirvan estas líneas para un saludo para aquellos que defienden nuestro territorio ante la lógica rapaz y privatizadora del capital.

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